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Centro Fray Bartolomé de las Casas

Filosofía y Educación · Sapere

Gastos familiares en educación y desigualdad social: una relación recíproca

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El ensayo reflexiona acerca de la importancia que tienen los costes privados en educación para la estructura de gastos de las familias, en cuanto a la preparación del estudiante, así como acerca de las desigualdades sociales que pueden derivarse de estas erogaciones. A su vez, se analiza cómo las desigualdades familiares inciden en las distintas maneras en que se emplean los ingresos del hogar para la educación de los hijos. En el caso de Cuba, el escenario educativo es particular, y también la implicación del Estado. Por lo tanto, este tipo de reflexión, así como las investigaciones empíricas al respecto, han sido mínimas.


Gastos familiares en educación y desigualdad social: una relación recíproca

Family expenses in education and social inequality: a reciprocal relationship

 

RESUMEN: El ensayo reflexiona acerca de la importancia que tienen los costes privados en educación para la estructura de gastos de las familias, en cuanto a la preparación del estudiante, así como acerca de las desigualdades sociales que pueden derivarse de estas erogaciones. A su vez, se analiza cómo las desigualdades familiares inciden en las distintas maneras en que se emplean los ingresos del hogar para la educación de los hijos. En el caso de Cuba, el escenario educativo es particular, y también la implicación del Estado. Por lo tanto, este tipo de reflexión, así como las investigaciones empíricas al respecto, han sido mínimas.

 

PALABRAS CLAVES: Gastos familiares en educación; familia; desigualdades sociales.

 

ABSTRACT: The essay reflects on the importance of private costs in education for the structure of family expenses, with regard to the student’s preparation, in the same way as on the social inequalities that may derive from these expenditures. In his turn, it analyses how family inequalities affect the different ways in which household incomes are used for the education of children. In the case of Cuba, the educational scenario is particular, and also the involvement of the State. Therefore, this type of reflection, as well as the empirical researches in this regard, has been minimal.

KEYWORDS: Family expenses in education; family; social inequalities.

 

Existe un consenso entre los principales investigadores de clasificar los gastos realizados en la educación atendiendo a la fuente de los mismos. Por una parte, se encuentran los que provienen de la participación de los gobiernos (independiente del grado y del tipo) y, por otra, aquellos que son aportados fundamentalmente por la familia. A estos últimos está dirigido el presente ensayo.

Las familias buscan estrategias cuando sus ingresos no les permiten solventar los gastos demandados en el ejercicio de sus funciones, pero también es cierto que esto sucede mayormente en aquellas familias de alto capital cultural, con redes de apoyo intelectual y económico de altos índices de escolaridad. Este hecho apunta no solo a lo que implica para las familias erogar parte de sus ingresos, sino también a que no todas están en condiciones de hacerlo y esto incide en las trayectorias desiguales de los estudiantes.

Este no es un tema muy privilegiado, ni del cual se puedan tener datos sistemáticos por la propia complejidad de su significado. La invisibilidad de los llamados «gastos indirectos o de la educación informal», así como la difícil cuantificación de los gastos en la familia y, en algunos casos, la falta de estadísticas sobre el medio familiar, hacen que se requiera un trabajo empírico que al menos provea de datos muy puntuales sobre el comportamiento del fenómeno.

En el caso de Cuba, estas estadísticas no aportan mucha información, por lo cual cualquier análisis en este sentido se encuentra con la ausencia de insumos que permitan valorar en su justa medida cuánto eroga el grupo familiar para la educación de sus hijos, cómo se distribuyen estos gastos, qué monto de los ingresos se destinan a ello, por solo mencionar algunos elementos. Otros aspectos, que escapan del propio asunto, pero guardan estrecha relación con él, principalmente en nuestro país, al incluirse la red de apoyo para sufragarlos, son: cuáles son las vías de obtención de los ingresos destinados a la educación, quién o quiénes son los que más aportan monetariamente y qué significado tienen para la familia estos gastos.

Unido a esto, el fenómeno también es relevante para analizar la posible efectividad que pueden tener las políticas educativas; demostrar que este puede convertirse en un hecho formal, si no se acompaña de otras políticas paralelas; y evidenciar el gasto que supone para el grupo familiar la escolarización de sus hijos, lo que, por tanto, indica el necesario acompañamiento que requiere un grupo de familias en condiciones de «vulnerabilidad» con respecto a otras. Además, este fenómeno visualiza cómo la posibilidad de contar con recursos económicos, capital cultural y/o redes de apoyo, puede ser elemento que sitúe a un grupo de estudiantes en ventaja con relación a otros.

Los costos que debe afrontar la institución/grupo familiar durante los procesos educativos de sus hijos, tienen un peso importante en la estructura de gastos de la familia promedio cubana. Para mostrar esto nos centraremos en los gastos que han tenido que asumir las familias: alimentación, transporte, material de estudio, entre otros. Por su peso dentro de estos gastos, se le ha prestado especial atención a los pagos de clases particulares, ya sea los llamados «repasos» o la preparación para el ingreso a la Educación Superior.

Como se había mencionado, existe un consenso entre los principales investigadores de clasificar los gastos en la educación atendiendo a la fuente de los mismos. El interés de esta investigación es precisamente centrarse en aquellos que provienen del ámbito familiar. Estos son definidos por la literatura consultada como «gastos directos e indirectos en la educación formal». Es importante hacer la distinción entre los tipos de educación, pues se reconoce que en la informal o extra-escolar también se incurre en gastos, pero son tan imprecisos en sus montos que pocas veces las investigaciones los tienen en cuenta.

Existen actividades que, al no estar relacionadas de manera directa con la vida escolar, aparentemente no inciden en la conformación de un buen estudiante ni impactan en los resultados que este tiene en su vida estudiantil. Estas actividades van más allá de las pertenecientes a la formación extra-docente, como clases de idioma, música, baile, deporte, artes plásticas, teatro, etcétera. Son aquellas que durante el ejercicio de su función educativa la familia realiza, y a las que no se reconoce su vital importancia en la formación de niños y niñas. Entre ellas están: las visitas a museos y teatros, las actividades culturales y deportivas, los paseos, la compra de libros infantiles, entre otras que pudieran mencionarse y que también representan una importante inversión de los ingresos.

En el caso cubano, el desconocimiento de los gastos no solo se limita a aquellos relacionados con actividades extraescolares, sino también a todo lo que conforma los gastos privados. La principal fuente para su conocimiento serían las encuestas de gastos de hogares, de modo similar a como se registra en las investigaciones internacionales revisadas. Sin embargo, esta fuente es a todas luces insuficiente, por la baja socialización que de ella existe, además de por el escaso reconocimiento del peso de las erogaciones para la educación en la estructura de gastos de los hogares cubanos. De aquí se infiere que no tenga efectividad la manera de captar estos costos.

La casi totalidad de los textos consultados basan sus análisis en tres variables para determinar desigualdades en los gastos: clase social, nivel de renta y lugar de residencia de las familias1. Los resultados que estas investigaciones arrojaron coinciden en los principales puntos: los gastos privados, tanto directos como indirectos, son altos; incluso los últimos quizás mucho más. La erogación de estos gastos demuestra que existen grupos de familias que gastan más en educación; sin embargo, el peso de ese gasto es muy bajo comparado con su nivel de ingreso, contrario a otras que invierten menos, pero cuyo gasto es elevado en relación con sus ingresos. De esto último se infiere que existe un grupo de familias que sí van a poder pagar los requerimientos de más años de escolarización, al contrario de otras que van a estar presionadas, pues sus ingresos son menores2.

«Si contemplamos el gasto privado en educación no ya de una forma agregada, sino en términos de su incidencia por grupos sociales, podemos identificar que constituye una variable clave en el establecimiento de desigualdades en los procesos educativos»3. Según Lassibille y Navarro, a medida que se asciende en la jerarquía social, aumentan también los aportes que hacen las familias. Según sus investigaciones: «la inversión que realiza un hogar con muy bajo nivel de renta es cinco veces inferior al que consagra una familia de muy alto nivel de ingresos»4.

El marco de las decisiones educativas familiares es el espacio por excelencia en el que se trazan las estrategias de inversión y elección educativa. Es allí donde se establecen las pautas económicas a seguir en el proceso de formación de los hijos, porque las familias siguen reconociendo el papel que tienen los gastos para alcanzar trayectorias educativas de éxito. Pero esto sucede fundamentalmente en aquellos medios familiares que poseen mayores niveles de ingreso y de escolaridad. Por tanto, se puede estar de acuerdo en que:

«el gasto privado en educación está determinado por variables que tienen una distribución desigual dentro de la sociedad y provoca, a su vez, desigualdades adicionales, relativas al tipo de trayectoria educativa de los individuos»5.

El ejercicio de la función educativa, como se ha visto, implica gastos en actividades de formación y preparación para la vida estudiantil que aumentarán la probabilidad de éxitos en el desempeño de los estudiantes, pero no todas las familias están en condiciones de erogarlos. Por tanto, se pudiera decir que los gastos familiares a disposición de la educación pueden colocar a algunos estudiantes en procesos de formación de más calidad que a otros. Esto es un signo de desventaja entre las trayectorias educativas, que proviene de desigualdades familiares. Los desempeños educativos no solo tienen que ver con el esfuerzo de los estudiantes, sino también con el peso que tienen las familias en la contribución a ellos. Los altos costos de los gastos directos e indirectos en la educación encarecen el cumplimiento de la función educativa familiar.

En el caso de Cuba, existen diferencias en cuanto a la complejidad del fenómeno. La educación es un derecho constitucional no comercializable, que entra dentro de las responsabilidades del Estado. Sin embargo, esto no es premisa suficiente para lograr transitar por todos los niveles educativos, acceder a instituciones de prestigio y poseer requisitos académicos o culturales para ingresar a ellas, o egresar del nivel superior (entiéndase ser graduado universitario). Como se ha intentado ilustrar, durante el recorrido escolar se tienen que realizar gastos necesarios para la vida escolar; los montos dependerán de cuánta implicación tenga el Estado para garantizar algunos rubros. Todo el espacio que no se cubra estatalmente, será la familia quien deberá asumirlo.

Las familias cubanas, teniendo en cuenta la diversidad de situaciones y condiciones en las que viven, han visto alterada la estructura de gastos en el hogar por las complejidades de la recepción de ingresos, y por los altos costos de servicios y de insumos para el hogar. Dentro de la estructura de gastos, aun cuando los padres no lo contabilizan en su totalidad, la educación pasa a formar parte importante de las erogaciones familiares.

Quizás el signo más evidente en la actualidad sea el gasto en preparación para los exámenes de ingreso a la universidad; pero asimismo actividades como los repasos en niveles de enseñanza precedentes, clases de idioma, alimentación, impresión de trabajos, ayudas directas a las escuelas, entre otros aportes, han emergido, convirtiéndose en parte de la realidad de las familias cubanas de hoy.

Si bien en décadas anteriores el sistema educacional del país tenía recursos para homologar más las diferencias existentes en las familias en cuanto a las premisas de que disponen para el ejercicio de la función educativa, en función del desarrollo de nuevas generaciones; en la actualidad las diferencias en estas premisas provocan mayor incidencia y no están siendo contenidos sus efectos negativos. Entre estos factores parecen incidir con más fuerza las condiciones materiales de partida de las familias y sus posibilidades para cubrir gastos de profesores particulares que garanticen la calidad de la instrucción para acceder a estudios superiores, transporte, y alimentación de los estudiantes en sistemas internos, semi-internos y en la educación superior6.

Los costos familiares de la educación en Cuba pueden llegar a ser considerables, aun cuando el Estado garantice las condiciones básicas para la escolarización. La diversidad de rubros que deben ser cubiertos por la familia, si quiere garantizar trayectorias educativas exitosas, unido al total de años en los cuales debe hacer prestaciones económicas a los hijos durante el tiempo que se mantengan estudiando, así como los costes de oportunidad, elevan las erogaciones a cifras significativas. Si la familia tiene un hijo que se enfrentará al proceso de acceso a la Educación Superior, se ven incrementados entonces los años y los costes.

Los gastos privados familiares se mantienen a lo largo del trayecto escolar y, en muchos casos, exceden el ingreso de ambos padres, razón por la cual tienen que recurrir a terceros. Comienzan a revalorizarse así las prestaciones de las redes de apoyo, que muchas veces suplen parte de estos gastos, o contribuyen a realizar determinadas actividades, por ejemplo, la impresión de trabajos o los llamados «repasos particulares».

Sin desestimar la contribución que aún las políticas educativas representan, se debe reconocer en toda su dimensión la carga económica que significa para las familias cubanas actualmente cualquier proceso educativo, y cómo esto se construye de manera desigual, porque son desiguales los aportes que pueden dar los distintos tipos de familias.

Esto conlleva a plantearse nuevas interrogantes acerca de la posibilidad real que tienen las familias para enfrentar estos costos, que se elevan por encima del salario promedio de muchos padres. ¿Cómo logran estas familias de bajos ingresos solventar estos gastos? ¿Qué nuevas desigualdades se generan a partir de una estructura desequilibrada de gastos en función de la educación? ¿Volverá el Estado a asumir la mayor parte de estos gastos como sucedía antiguamente? Estas son solo algunas de las múltiples inquietudes que despierta este tema.

Mientras mayor participación estatal exista en la sociedad en lo referido a la ayuda escolar, mientras menos gastos deba erogar la familia, las desigualdades también tenderán a disminuir. Las crecientes investigaciones en el ámbito escolar y de la familia que se están produciendo en el país, enfatizan en ello.

A su vez, se le debe prestar mayor interés al espacio educativo no escolar, que es en el que se construyen las capacidades del estudiante, y al que las Ciencias Sociales, tanto en el ámbito nacional como internacional, no le han prestado la atención requerida. Tan notables son las desigualdades que se producen debido a la diferencia en los gastos privados que asume la familia para apoyar el proceso docente, como aquellas que se originan en ámbitos educativos no escolarizados de los que, por principio, la familia es la protagonista. Estos últimos se escapan muy sutilmente del alcance de las políticas sociales y específicamente de las educativas.

Las interrogantes por responder aún son más de las que los científicos sociales han podido dirimir. Las crecientes desigualdades sociales, el ensanchamiento de las brechas de estas y la conformación de grupos en condición de «vulnerabilidad», bien delimitados, hacen cada vez más necesarios los acercamientos a evaluar las políticas, su alcance y su real efectividad.

 

Cf. Calero, Jorge: «El gasto privado en educación en España y su distribución por comunidades autónomas y por grupos sociales»; Lassibille, Gérard y Navarro Gómez, Mª. Lucía: «Un análisis de los gastos privados de educación en España en 1991».

2 Lassibille, Gérard y Navarro Gómez, Mª. Lucía: ob. cit., p. 83; Bracho, Teresa: «Gasto privado en

Educación. México, 1984-1992», p. 94.

3 Calero, Jorge: ob. cit., p. 2.

4 Lassibille, Gérard y Navarro Gómez, Mª. Lucía: ob. cit., pp. 63 y 66.

5 Calero, Jorge: ob. cit., p. 13.

6 Colectivo de autores: Las familias cubanas en el parteaguas de dos siglos, p. 82.

 

 

Referencias bibliográficas:

Bracho, Teresa: «Gasto privado en Educación. México, 1984-1992», en Revista Mexicana de Sociología, vol. 57, No. 2, 1995. Disponible en: www.jstor.org/stable/3541071. Consultado el 21/3/2019.

Calero, Jorge: «El gasto privado en educación en España y su distribución por comunidades autónomas y por grupos sociales», Ponencia, XV Jornadas de la Asociación de la Economía de la Educación, s/f.

Colectivo de autores: Las familias cubanas en el parteaguas de dos siglos, D’vinni S.A., Colombia, 2010.

Lassibille, Gérard y Mª. Lucía Navarro Gómez: «Un análisis de los gastos privados de educación en España en 1991», Colección investigación Ministerio de Educación y Cultura, Número 128, 1997.

 

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