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Sembrando Flores de Dignidad

Lun 07 Jun 2021
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Sembrando Flores de Dignidad

Soy Eduardo, fraile Dominico en misiones en los Almácigos

Programa de formación básica para los más débiles y marginados

Hola… Un gran saludo desde “los Almácigos”, un pueblito situado a 20 km de Santiago De Los Caballeros en República Dominicana.

Mi Nombre es Eduardo de Jesús Romero Ureña. Fraile dominico desde 1991, y sacerdote, en la misma Orden, desde el 1998.

Procedo de un campo de esta ciudad de Santiago de los Caballeros, El Naranjo, desde donde me fui a Santo Domingo, en el año 1988, para iniciar la formación como Dominico. Allí permanecí hasta el 1997, año en que terminé la formación y fui destinado a la comunidad Santa Rosa de Lima, donde actualmente estoy, en Santiago, desde donde se atiende pastoralmente, entre otras comunidades, el pueblito agrícola “Los Almácigos”.

Los Almácigos

Los Almácigos es una zona netamente agrícola, poblada por dominicanos y muchos haitianos, en su mayoría indocumentados.

Ver la necesidad pastoral de toda esa zona, junto a las penurias y miserias de aquellas humildes y bondadosas gentes fue mi motivación para ordenarme sacerdote. Ciertamente me encariñé con esas comunidades rurales.

Los pobres de esos barrios y de esos pequeños poblados viven trabajando el día a día para sobrevivir en una extrema pobreza y sin ninguna perspectiva.

Programa de formación básica para los más débiles y marginados

Ser una pequeña luz en su triste camino

Actualmente, nuestra presencia en Los Almácigos busca acompañar a aquellas personas que viven en la vulnerabilidad de los márgenes de la sociedad dominicana: los dominico-haitianos. La mayoría de ellos viven inmersos en la pobreza y la miseria, y con muy pocas oportunidades para salir de esta situación. Los migrantes haitianos quizás sean quienes peor pagados estén, a pesar de realizar los trabajos más duros y menos queridos: las labores de cultivo y recolección en el campo, los trabajos pesados de construcción, ventas informales ambulantes, etc. Viven en una situación de tanta vulnerabilidad que, a pesar de que muchos han nacido en República Dominicana, les resulta casi imposible que se les reconozca la nacionalidad; por tanto, ni son reconocidos aquí, ni en Haití. Nuestra labor en dicho contexto no pretende más que ser una pequeña luz en su triste camino, una mano amiga que les abra las puertas que den acceso a otro tipo de vida.

Nuestra misión comienza con los niños.

Programa de formación básica para los más débiles y marginados

Se les ofrece educación inicial: aprenden español, a leer y escribir. Con lo aprendido en nuestra aula, los niños pueden acceder a la escuela pública, reconociéndoles los niveles superados. El objetivo es cortar la espiral de miseria. Muchos de ellos entienden que por sí solos no pueden cambiar de estatus, que abandonar la miseria de forma honrada es imposible. Queremos darles la oportunidad de que estudien, para que ellos mismos comprendan que cambiar de vida para mejor es posible, que a través del estudio y la formación, ellos mismos pueden ser sujetos de su propia liberación.

La educación es la piedra angular de la libertad.

Para el programa de formación contamos con un equipo humano bien preparado. También contamos con una infraestructura que facilita dicha labor. Tenemos una escuelita con un aula amplia, una sala de tareas, una pequeña biblioteca (con libros y ordenadores), una cocina, comedor y baños. Las clases son impartidas por un profesor de nacionalidad haitiana. Esto es necesario ya que los niños al llegar a la escuelita no saben hablar español. Él les enseña a hablar, leer y escribir en español.

En cuanto a la sala de tarea pretendemos ofrecer otro espacio, en el que los niños puedan tener una mesa para hacer tareas, donde puedan ver una pequeña biblioteca, computadoras, todos ellos elementos ausentes en su entorno familiar. Es necesario que los niños comiencen a ver que la vida es algo más que lo que ellos han podido ver donde han nacido.

Los niños y niñas con hambre no pueden aprender.

Contamos también con un programa de alimentación imprescindible. Este programa es tan importante como la misma educación porque sabemos que los niños y niñas con hambre no pueden aprender; es por ello que en la escuelita ofrecemos desayuno y comida a nuestro alumnado. De no ser así muchos de los niños ayunarían con frecuencia, como sucede en muchas familias. Son familias donde, para poder sobrevivir, tanto el padre como la madre deben irse a trabajar como jornaleros y los niños y niñas más grandes deben encargarse del cuidado de los más pequeños. ¿Y la alimentación de los que cuidan y de los cuidados? Lo que se improvise. Por ello cuando hay clase van felices a la escuelita, porque saben que van a desayunar y a comer, al igual que cuando organizamos campamentos.

Ayúdanos a hacer vivir este proyecto vital para Los Almácigos.

Antes de que existiera este proyecto educativo, todos los niños y niñas de la zona crecían sin acceso a la educación. Desde muy jovencitos tendrían hijos y se convertirían en peones mal pagados para la agricultura o la construcción. No podrían acceder a los estudios por no hablar español, lo que impide la admisión en la escuela dominicana; por carecer de documentación y al no ser declarados, no existir para el Estado y por ver la educación como algo superfluo, que no cambia sus vidas en lo inmediato. Por lo tanto, estas familias estaban sumidas en la miseria y sin oportunidades para el futuro. Su única expectativa era poder trabajar el día siguiente para seguir sobreviviendo.

Este proyecto no recibe ninguna ayuda ni por parte del estado ni por parte de otras organizaciones y su continuidad depende solamente de la generosidad de los colaboradores de Selvas Amazónicas.

Contamos contigo para poder seguir “sembrando flores de dignidad”…

Gracias