Centro Fray Bartolomé de las Casas

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Noticia

Discurso de Despedida

Mié 02 Mar 2022
Image Discurso de Despedida

M. Estimado Fray Celio de Padua, Rector del CFBC.

Estimadísimo Fr. Manuel Uña Fernández, Fundador del CFBC

Queridos Hermanos de la Comunidad del Convento San Juan de Letran

Queridos Profesores y Colaboradores del CFBC

Queridísimos alumnos

Quiero comenzar agradeciendo al Sr. Rector del CFBC y a su equipo de colaboradores el inmenso detalle de permitir que me dirija a ustedes en esta tarde, es la primera vez que lo hago solo como miembro de la comunidad académica de este Centro de la que siento un profundo orgullo y no como Rector, y he de confesar que se siente uno bien observando y viendo las cosas desde esta otra perspectiva, quería decir desde la otra orilla pero no es frase feliz en este caso, uno ha de mantenerse a la orilla y en la orilla de lo que se ama y se considera valioso.

 

De esta perspectiva he podido valorar, agradecer y sorprenderme, cuántas cosas han podido hacerse en un poco más de una década. El poder servir a esta institución como Rector por más de una década ha sido de las cosas más extraordinarias que han pasado en mi vida, si no la más extraordinaria. Extraordinaria es la palabra porque en todo este tiempo he visto gracias al esfuerzo de unos magníficos colaboradores hacerse patente el milagro. Y eso ha sido. El milagro lo definimos como una irrupción de lo escatológico, de lo perfecto, de lo consumado, de lo extraordinario en definitiva en nuestro hoy. Y eso precisamente los hemos visto acontecer con sorprendente frecuencia en el día a día de nuestro Centro.

 

En todo este tiempo hemos visto ampliarse las aulas de esta institución para dar cabida a más estudiantes para que la barrera del espacio no fuera impedimento para que la verdad se paseara libremente, hemos ampliado las aulas y aumentado el número de los laboratorios de idiomas. Se aumentaron las ofertas académicas y se mejoraron y perfeccionaron otras, porque la verdad avanza y no podemos quedarnos sin ella. En este tiempo de gracia hemos conseguido que nuestro Centro fuese reconocido como una institución ya no del Convento de San Juan de Letran en la Habana sino que fuera reconocido como Centro de Estudio de la Orden de Predicadores en el mundo, dotándose para ello de unos estatutos y leyes propios que fueron reconocidos por la autoridad competente y que rigen hasta el momento actual. Vimos con alegría nerviosa brotar de los rincones perdidos de nuestro Centro una plataforma académica completamente online y que ha servido de ayuda indispensable para mantener viva la obra de esta casa y cubierta las necesidades académicas de nuestros estudiantes durante el periodo de pandemia y su consecuente aislamiento. Como un sueño nació Sapere Aude, la revista de nuestro Centro con publicación en papel y también online con su correspondiente aplicación móvil. Hemos visto nacer, crecer y hacerse patente la esperanza tantas veces que incluso podríamos decir que casi nos acostumbramos al milagro. Eso han sido estos diez años: gracia recibida, gracia vivida, gracia compartida. Podría enumerar otras muchas cosas pero nos quedaríamos en los logros y en las hazañas y no se trata de eso, lo más importante, lo fundamental nos está ahí.

 

Lo auténtico y lo verdadero, lo que da razón de ser a esta institución, a esta casa de estudios, no es cuantificable en números fríos. Lo importante han sido ustedes. ¡Cuánta vida ha pasado y sigue pasando por este Centro! ¡Cuántas mentes lúcidas, brillantes, deseosas de verdad hemos visto y acariciado en estas aulas! ¡Cuánta juventud deseosa de sentido y vida nos ha sido regalada!

 

En esta casa hemos podido ver cómo se responde aquella vieja pregunta de Pilatos a Jesús en el Pretorio y que sigue resonando todavía: ¿Qué es la verdad? (Quid est veritas?), pues a esta vieja pregunta se responde desde la búsqueda común, desde el respeto absoluto a la persona humana, desde el cuidado y defensa de los derechos universales del hombre. En esta respuesta permanente y necesaria siempre hemos observado como huía despavorido de esta casa el demonio de la intolerancia ante el patrimonio común de una verdad intersubjetivable y no condenatoria. Hemos contemplado cuánto dogmatismo violento era apaciguado por el abrazo de una verdad cálida que se dejaba atrapar y llenaba de luz nuestras tinieblas. Con que gozo hemos visto florecer el diálogo, ese bien común, en el que todos podemos encontrarnos y desde allí nos hemos sentido tan a gusto con nuestras diferencias, con nuestro variopinto colorido. ¡Con cuánto pavor huía el demonio de la censura y del silencio impuesto de los claustros de esta casa al ver la fuerza de la verdad dialogada, conseguida entre todos, enriquecida por la multiplicidad de aristas que la misma verdad tiene!

 

Lo mejor de este centro siguen siendo ustedes, hoy nuestro centro se multiplica y se hace presente en cientos de lugares donde los alumnos de esta casa hoy trabajan, viven, sienten, aman, y llevan todos eso sí, la impronta de ese perro con antorcha, que es caudal de sueños de verdad y de justicia. Con que orgullo hemos visto hablar da la patria, recrear la patria, sor la patria en estas aulas, porque al fin de cuentas la patria somos todos y no se le puede encasillar ni confundir con un pensamiento único ni con único modo de ser.

 

He visto con alegría inmensa a jóvenes exalumnos de esta casa y alumnos también hacerse con el protagonismo de la historia y luchar por causas nobles a costa no de pocos sufrimientos. Hoy les veo escribiendo y cantando verdades en medios de prensa que son gritos de esperanza y les veo soñando despiertos ese soñar de ojos abiertos al que nos obliga la urgencia del presente en medio de movimientos y proyectos que hablan de paz, de tolerancia de justicia. Les he visto cantar canciones de protesta y recitar poesías como oraciones delante de puños levantados y de gritos amenazantes. Les veo decir patria, cantar patria, soñar patria en todos los rincones. Y siento como no, yo lo siento, el susurro que me llega de otros lares, más allá de las fronteras de esta isla y que dicen Cuba, gritan Cuba, rezan Cuba.

 

No es otra mi alegría y mi orgullo al terminar mi servicio de Rector, como todo en nuestra Orden tiene inicio y tiene fin, que hermoso testimonio de democracia para el mundo y también para ustedes. Es hermoso poder ver que esta obra va más allá de nosotros, porque no es nuestra, es la obra de Dios que se materializa en personas concretas y en gestos concretos los de ustedes y los de tantos que hacen posible que el Misterio del Hombre siga siendo salvaguardado hoy.

 

Estas son mis últimas palabras delante de este foro tan amado por mí, pero no es la ultima palabra, esa nadie la tiene, esa pertenece por entero a Dios y al servicio de esa Palabra estamos, somos servidores de ella, esa es nuestra diaconía. Tampoco tenemos la última verdad ni siquiera la primera, pero somos servidores de quien sí la tiene y la sigue pronunciando sobre el mundo, para que del mundo no muera por el frío de la mentira.

 

No puedo acabar sin agradecer, agradecer a los que confiaron en mí para brindar este servicio, agradecer a los que junto a mi trabajaron tanto y tan bien por esta noble causa que es el arte de enseñar, como verdaderos artesanos lo han conseguido. Y agradecer a ustedes jóvenes de ahora y a los que han pasado antes por permitirme acariciar el futuro, confiar en el futuro, amar el futuro.

 

Si me preguntan si ha valido la pena diré que sí y que también ha valido la alegría, tal vez con más centro como este hoy no fuera posible el horror de la guerra que vuelve a azotar el mundo como consecuencia del poder desmedido de aquellos que lo ostentan sin ninguna responsabilidad. Con más Centros como este no tendríamos hoy una Ucrania invadida y bombardeada ni tantas verdades silenciadas y apresadas.

 

Termino con la satisfacción de saber que el CFBC me saldrá permanentemente en el camino como ha salido hasta ahora para decirme en el Hospital, en la Escuela, en la Tienda, en la Parada, en el Aeropuerto, en un Restaurant o en un Bar, con cara juvenil y esperanzada: Yo Padre estudié en ese Centro, Usted es el padre del Centro? Gracias Padre por el Centro.

 

Gracias a ustedes siempre. Y por favor sean felices desmesuradamente felices.

 

Felicidades.

Fr. Lester R. Zayas Díaz, O.P.