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De Corazón a Corazón

Mar 27 Sep 2022
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Corazón con corazón

En el breve lapso de una semana he pasado, como el que cruza una puerta, de dar paseos por el Malecón en La Habana a la habitación de un hospital madrileño para acompañar a un enfermo.

 

Podría pensarse que la segunda experiencia me ha hecho olvidar la primera, pero no. Tengo una extraordinaria capacidad de adaptación a lo que la vida y las circunstancias me traen. Y lo asumo todo dentro de una misma naturalidad.

 

Aparte de eso, tengo clara conciencia de que la vida es vida en lo bueno y en lo malo, como se promete en las bodas tradicionales.

 

La fuerza de la primera experiencia resuena en mícon tanta intensidad que nada se ha perdido a pesar de la cruda e insistente realidad posterior.

 

Todo comenzó, casi como una obligación, con lapalabra dada a mi tío misionero de ir al lugar en que misiona desde hace muchos años y al que ama entrañablemente. Poco sabía de su realidad, salvo las historias que me contaban. He vuelto de mi viaje con ese vacío que sientes en el estómago cuando algo te impresiona profundamente y te enamora.

 

Mirando el lado positivo del paso por el Hospital, agradezco este tiempo de internamiento forzoso que me ha sacado de la actividad rutinaria y me ha permitido sumergirme en lo que más gusta: Pensar,escribir, cuidar a mi gente, abrir mi caja de pinturasy plasmar mis sentimientos, unas veces minimalistas, otras de potencia nuclear. Me fascina el paso del tiempo, su huella, su lento y repetido fluir que va coloreando la sensibilidad y la memoria.

 

Aquí estoy, entre enfermera y enfermera, balanceando mi memoria y mi retina, intentando contestar a mis preguntas:

 

¿Por qué amamos al primer latido ciudades que nunca hemos visitado? ¿Por qué hay familias que se nos meten en el corazón y se quedan allí esperando el reencuentro? ¿Por qué hay gente tan buena que desprende acogida y nos hace sentirque siempre tuvimos una silla disponible en su casa?

 

¿Por qué hay niños que son capaces de comprender lo que tantos adultos no vislumbran?¿Por qué hay personas de luz que con solo su presencia te conmueven hasta las lágrimas? ¿Cómo hay bellas jóvenes que regalan sin esfuerzo su tiempo a una desconocida? ¿Por qué he tenido la fortuna de ponerme en camino a lo desconocido y encontrarme estos regalos?

 

Para mí solo hay una respuesta: la vida es "don"que fluye constante y generosamente. Solo los que se abren a ese "regalo" diario son capaces de saborearlo y alimentar su alma.

 

Esas son mis preguntas. Tengo otras más racionales que no me gusta concretar porque hieren como cuchillos. En el corazón de La Habana conocí a unos padres huérfanos, que me mostraron sin palabras de qué color pone los ojos la esperanza. Allí, en la intimidad de su pequeña casa taller, yo les hablé de mis cosas -europeas y acomodadas- sin ser capaz de percibir su herida de vida. Solo después he logrado entender su generosidad, su corazón abierto, su enorme humanidad y he intuido que todo en ese hogar es promesa de futuro.

 

Con historias de vida se escribe la Historia, individual o colectiva. Una íntimamente afectada por la otra. Como diría mi admirado niño-genio después de leer su Quijote: "Los dos personajes han tomado mucho uno del otro. Eso muestra cuánto tenemos en nosotros de quienes nos rodean".

 

Y aquí viene la otra parte de mi historia. Soy plenamente consciente que si en mi visita he recibido todo lo que he recibido, es porque alguien antes que yo ha trabajado dura y apasionadamente. Ha allanado caminos y ha tejido redes y vínculos muy fuertes. Ha hecho parte de su vida ese lema tan citado y tan cubano: "Hacer es la mejor manera de decir".

 

Y me atrevo a pensar que los que nos hemos tratado estos días, los que hemos estado cerca, nos hemos contagiado ampliamente de ese espíritu. Ninguno vamos gratis por la vida y cada uno de nosotros somos activos colaboradores de un mundo mejor y amanecemos cada día con lo mejor de nosotros mismos para construir el Bien Común.

 

Sea torpemente, sea a tientas, sea con miedo o con precariedad, la gente que yo conozco camina y trabaja. La mayoría de las veces es con apasionamiento, con generosidad, con energía desbordante. Esto que es verdad contrastada, es algo que me parece fascinante, porque creo que todo se contagia y todo se transmite.

 

Las personas irradian sus valores, la pasión que nos mueve por dentro también se ve por fuera. Creo de verdad que pasión mueve a pasión y que cada uno colabora a un futuro mejor. Unos diciendo adiós, otros en fiel permanencia a la tierra en la que están anclados. Cada uno tiene su propia respuesta, porque cada uno tiene su propia pregunta.

 

Salir de casa, abrir los ojos, ver lo que hay en el camino, es siempre motivo para dar gracias. Tengo la certeza de que los buenos viajes nos cambian por dentro. Algunos hacen viajes largos y regresan a su Ítaca (si regresan) después de haber cambiado el mundo. Otros hacemos viajes modestos o incluso mínimos, por millares puedo yo contar mis desplazamientos por la casa buscando una ventana para ver la luz. Pero sean como sean, si nos dan alas, nos empujan a pensar, nos ponen en relación, nos dan ganas de ser mejores, de cambiar o de ponernos en movimiento, si en definitiva nos hacen sentir que estamos vivos, su objetivo está cumplido.

 

Mis días en La Habana, mis días de acompañante en el hospital, los días en la casa de mis raíces, me recuerdan que mi vida está llena de gente muy buena, que somos racimos, que la vida nos junta y nos compromete para su bien, y que todos tenemos una misión que cumplir.

 

Corazón con corazón. La vida en un abrazo.

 

 

Rosa Mª Martínez Uña